Cuando
el espíritu (mente) se mueve,
la
montaña, el río y la gran tierra
se
mueven también.
Cuando
el espíritu está inmóvil,
el
viento que sopla,
el
pájaro en vuelo,
las
nubes errantes,
permanecen
inmóviles.
En
el estado de mushin (no mente),
permanece
la vida eterna,
la
felicidad más grande.
Por
el pensamiento
aparecen
los sufrimientos,
de
la no concentración
surgen
las enfermedades.
Permaneciendo
en la paz absoluta
del
cielo y de la tierra,
en
la armonía del cosmos,
se
realizan los mil otoños
y las diez mil primaveras de nuestra vida.
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