Pranayama en la
luz de Consciencia
Por Godfrey Devereux
Según parece, Pranayama tuvo alguna vez un lugar más central en la
práctica de yoga que el que tiene en estos días. Aunque los Yoga Sutras de
Patanjali son citados a menudo como el texto central de yoga, lo que se
practica actualmente en nombre de yoga, ya sea sobre una esterilla o un cojín,
tiene un parecido y una relación más directos con los textos medievales más
recientes, como el Hatha Yoga Pradipika. En éste y otros textos similares, hay
considerablemente más contenido dedicado en calidad y detalle a la regulación
de la respiración que a las prácticas posturales. No obstante, el Hatha Yoga
Pradipika y otros textos medievales indican claramente que Hatha Yoga es una
preparación para Raja Yoga.
Al mismo tiempo, parece haber un enlace
directo entre la metodología de regulación de la respiración del Hatha Yoga
conocida como Pranayama y la presentación de Pranayama en los Yoga Sutras de
Patanjali. Particularmente en el Yoga Sutra II.50 donde Patanjali usa los
términos sánscritos para "lugar", "tiempo" y
"número". No es muy difícil relacionar esas palabras con los aspectos
centrales de la metodología popular de Pranayama. Lugar (desa en sánscrito)
puede relacionarse a las cuatro fases de la respiración: inhalación, suspensión
interna, exhalación y suspensión externa. Tiempo (kala en sánscrito) se puede
relacionar con la longitud o duración de las fases de la respiración. Número
(samkhya en sánscrito) puede relacionarse con el número de rondas o ciclos
practicados.
A primera vista esto parece confirmar
que las prácticas de Hatha Yoga están relacionadas directamente con el yoga
"clásico" más antiguo presentado por Patanjali, pero podría no ser el
caso. El asunto con el que nos encontramos primero es el de la traducción e
interpretación, especialmente de los Yoga Sutras. Necesitamos más que habilidad
lingüística para traducir un texto que trata de las raíces y sutilezas de la
experiencia humana, dentro de las que las dinámicas de cognición, percepción y
consciencia son analizadas directamente en relación con la experiencia.
Necesitamos tener también una clara comprensión del territorio que está siendo
analizado, y la educación moderna no aporta esta comprensión. Sólo puede darse
de una intimidad profunda con la inteligencia humana y su habilidad de generar
una visión clara de las dinámicas funcionales de la cognición humana. Esta
intimidad es posiblemente provista sólo por la meditación profunda.
Sin la profundidad de experiencia
adecuada, ninguna cantidad de fluidez lingüística permitirá que las
declaraciones crudas y tersas de los Yoga Sutras sean interpretadas con
precisión. Siendo así, quizás no debiera sorprendernos encontrar que la mayoría
de las interpretaciones y traducciones del texto de Patanjali, si no todas,
expresan las suposiciones y prejuicios del comentador más que el entendimiento
de Patanjali. De hecho, cualquier comentador que no aclare esa posibilidad,
probablemente no debiera ser fiable de entender las sutilezas de la
inteligencia humana. En cuyo caso, pueden ser difícilmente fiables para
interpretar los Yoga Sutras.
Los ocho miembros de yoga, presentados
por Patanjali en el segundo y tercer capítulo de los Yoga Sutras, son quizás la
parte más conocida de su texto, lo cual no significa que sean comprendidos
claramente. Si vamos al sánscrito que usa Patanjali para presentar el tercer y
cuarto miembro, Asana y Pranayama, sale a la luz un segundo problema de
intención o técnica. Aunque Asana se considere generalmente una técnica que
involucra el cuerpo, no hay nada técnico en las palabras de Patanjali, que son
claramente descriptivas más que preceptivas. No hay referencia a ninguna forma
específica ni posturas. Sólo a cualidades experienciales.
Como Patanjali declara en el principio
de su presentación de Pranayama que éste ocurre dentro de Asana (tasmin sati),
necesitamos entender qué es Asana si queremos entender lo que es Pranayama para
Patanjali. En efecto, Patanjali describe Asana en cuatro sutras de dos
palabras. El primero yuxtapone sthiram (firmeza o estabilidad) a sukham
(facilidad, gozo). El segundo yuxtapone prayatna (esfuerzo, tensión) a
saithilya (relajación, soltura). El tercero yuxtapone ananta (interminable,
infinito) a samapatti (intimidad, fusión). El cuarto yuxtapone dvandvha
(opuestos, dualidades) a anabhighatah (inmunidad, trascendencia).
Esto es claramente descriptivo más que
preceptivo, describiendo una experiencia más que una técnica. Una experiencia
en la que el cuerpo se percibe de una forma radicalmente diferente de lo
acostumbrado. La mayoría de los practicantes de posturas de yoga han tenido
este tipo de cambio de percepción en la que su cuerpo ya no es percibido como
una estructura tridimensional finita y precisamente localizada. En efecto esta
pudiera ser la característica que define estar "en la zona" o
"en el flujo" sobre una esterilla: el carácter percibido del cuerpo
se disuelve en una presencia amorfa de deleite dentro de la que las
distinciones dualistas, funcionales y estructurales, entre derecha e izquierda,
arriba y abajo, zona anterior y posterior, adelante y atrás, dentro y fuera ya
no tienen relevancia alguna, ni siquiera presencia.
Si es así, Pranayama según Patanjali,
sería una profundización de esa experiencia somática no dual, ni lineal, a
través de conciencia de la respiración. Casi cualquier meditador con
experiencia podría probablemente confirmar esta tipo de experiencia, dentro de
la que el asentamiento del cuerpo en quietud deja como sensaciones más
consistentes y obvias las generadas por la respiración. La atención es
naturalmente tomada entonces por esas sensaciones hacia una profunda intimidad
(samapatti) con la presencia de la respiración. En lugar de tomar control de la
respiración, lo cual no sería posible dentro de una experiencia somática sin
puntos de referencia funcionales y estructurales, Pranayama sería una extensión
natural de la experiencia sin dimensiones de Asana. Las características funcionales
y estructurales de la respiración (dualistas) se volverían sin sentido,
irrelevantes e imperceptibles mientras que la conciencia sería absorbida hacia
los flujos profundos de consciencia misma.
Que es exactamente lo que Patanjali
declara en el último sutra de su presentación de Pranayama. "Dharanasu ca
yogyata manasah" hace un enlace explícito entre Pranayama y la primera
fase de la "mente meditativa", Dharana, que es el sexto miembro
presentado por Patanjali. Aunque esto parece saltarse el quinto miembro,
Pratyahara, sin embargo Patanjali lo presenta inmediatamente.
En sus presentaciones de Asana,
Pranayama, Pratyahara, Dharana, Dhyana y Samadhi es muy difícil encontrar tanto
prescripción como técnica. No es tan difícil ver que Patanjali está describiendo
un despliegue paso a paso de conciencia hacia el interior, desde el cuerpo y su
respiración a través de la mente hasta consciencia. Los Yoga Sutras son un
"mapa de lo que es" y de "lo que ocurre" más que un
"manual de instrucciones".
En su presentación de Pranayama podría
haber una excepción de esta consistencia descriptiva. No sólo en su uso de las
palabras desa, kala y samkhya sino también, y quizás más revelador, en su uso
de la palabra viccedah. Cuatro comentadores contemporáneos (Feuerstein, Stiles,
Iyengar y Huston) ofrecen las siguientes opciones en inglés (aquí en español)
para esta palabra clave: cortar, cese, paro, interrupción.
Estas palabras parecen implicar
claramente intención, regulación y control, sin embargo puede que no sea el
caso. De hecho, cualquiera que haya experimentado un despliegue interior de
conciencia profundo en la presencia clara de consciencia sabe que un evento así
no puede ser producido por esfuerzo ni control nunca. Incluso la insinuación de
esfuerzo o intención más ligera mantiene a la mente en sus limitaciones
lineales y dualistas. Más bien el despliegue interior del flujo de conciencia
presentado por Patanjali tan clara y elegantemente, sucede única y exactamente
porque se ha dejado ir todo esfuerzo e intención en la inteligencia de
consciencia fluyendo libre. Esto, claro está, es lo que significa entregarse, o
rendición. No someterse a poder superior alguno, sino dejar de resistir la
presencia de inteligencia natural, y esa resistencia se da especialmente en
nuestros intentos de hacer que algo suceda.
Quizás no haya nada tan evidente para la
mente contemporánea como la relevancia o incluso importancia del esfuerzo y la
intención. Casi todo lo que valoramos en nuestras vidas puede conectarse a
ellos: logros, habilidades, conocimiento, estatus, riqueza. Sin embargo, si
aplicamos esta suposición a la autoindagación, o yoga, encontramos que no sólo
es inválida sino que inhibe nuestras posibilidades más profundas. Para entender
cómo funciona esto, necesitamos distinguir claramente entre autoindagación y
autodesarrollo. Y por tanto, entre Pranayama como autodesarrollo practicado
para mejorar nuestras habilidades o desarrollar nuestro poder y Pranayama como
autoindagación, donde es sencillamente un medio para explorar la sutilezas de
nuestra naturaleza. Mientras el autodesarrollo nunca puede brindar los frutos
de la autoindagación, autoindagación genera naturalmente muchos de los
beneficios que persigue la automejora, en particular claridad, tranquilidad y
comprensión.
Mientras el autodesarrollo es siempre
emprendido desde la insatisfacción por sutil que sea, buscando una meta
preconcebida (aunque fuera concebida o definida con ligereza), la
autoindagación es, y debe ser, completamente abierta. Ha de estar libre de cualquier
fin particular y completamente abierta a todo lo que puede existir. Si
aplicamos esta distinción a Pranayama, hallamos que el enfoque del Hathayoga
Moderno no concuerda con el enfoque Clásico de Patanjali ni en sus procesos ni
en sus posibilidades. Se presenta y casi siempre se emprende claramente en pos
de un fin que se supone va a producir satisfacción y/o plenitud de una manera
imaginable e idealizada.
Si volvemos al texto de Patanjali, a la
luz de esta distinción entre automejora y autoindagación, podemos encontrar
implicaciones radicalmente diferentes para esas cuatro palabras: cese, lugar,
tiempo y número. Por supuesto podemos aplicar intención a la respiración y
detenerla, por un tiempo. Del mismo modo podemos regular fácilmente la
velocidad, duración y ritmo de nuestra respiración. Todo ello tiene lugar en la
práctica contemporánea de Pranayama. No obstante, dentro del contexto
descriptivo de los Yoga Sutras como un todo, y de los ocho miembros en
particular, se sugiere otra posibilidad. Una posibilidad que se basa en la
inteligencia de consciencia, expresándose a sí misma a través del poder de
conciencia consciente.
Esta posibilidad extiende simultáneamente
otras posibilidades radicales y potentes posibilidades a nuestra experiencia,
no sólo de la respiración, sino de nuestra presencia contextualizadora más
profunda como consciencia expresándose a si misma. Como consecuencia vierte una
incisiva luz sobre nuestra naturaleza. Aunque casi todo el mundo sepa que es
posible regular la respiración por aplicación de la intención, la mayoría sabe
también que simplemente prestando atención profunda y sostenida a nuestra
respiración, ésta se transforma. Por supuesto esta transformación no refleja ni
expresa un resultado intencional o preconcebido. Es el resultado espontáneo de
la atención. Resulta del poder sutil de consciencia, como conciencia
consciente.
En el Yoga Sutra II.50, la palabra que
sigue a desa, kala y samkhya es paridrstah. Aunque Feuerstein, Stiles, Iyengar
y Huston la interpretan respectivamente como "regulada",
"medida", "regulada" y "observada", no es difícil
ver el prejuicio en esas interpretaciones, excepto en la de Huston. Pero aún
así, sugerir que Patanjali esté recomendando que simplemente observemos la
respiración, es clasificarlo como extremadamente ingenuo respecto al poder y
relevancia de la conciencia consciente. Como cualquier meditador dedicado
podría confirmar, la observación de fenómenos internos puede ser calmante, pero
es una aplicación seriamente limitada de la inteligencia de consciencia.
Mucho más potente que mantener una
desapegada distancia entre el observador y lo observado, es dejar que la
distinción aparente entre ambos se disuelva en lo que Patanjali llama
"Kaivalya" en los Sutras II.25. Esta es la esencia de intimidad, que
Patanjali llama "samapatti" en el Sutra II.47. La fruición (o fruto
gozoso) de la intimidad interna es la conclusión de la separación habitualmente
experimentada entre observador y observado. En el contexto de Pranayama, el
respirador y la respiración se vuelven uno. El resultado de esta intimidad
ilimitada es un ver profundo y claro en la naturaleza del sujeto, el objeto y
su relación aparente. Se ve a través (paridrstrah) de la ilusión de separación
hasta sus raíces más profundas. (Yoga Sutras II.20 – 25)
Esto, sugiere otro significado para esas
cuatro palabras clave que han llevado a la popularidad al control de la
respiración bajo el nombre de Pranayama. Lugar, tiempo y número son las tres
clases fundamentales de características subyacentes que constituyen cualquier
fenómeno. Todo fenómeno, ya sea una acción, un objeto, evento o situación está
ubicado de un modo único en el espacio (desa), en el tiempo (kala) y por ello
en relación (samkhya) con todos los demás fenómenos. Patanjali está lo más
probablemente sugiriendo, no que regulemos la respiración, sino que nos
"volvamos uno" con ella a través de volvernos íntimos con todas sus
características fenoménicas. Que esto es así, no es sólo sugerido por la
naturaleza no preceptiva de los Yoga Sutras, sino también por la naturaleza de
la inteligencia humana.
La inteligencia cognitiva, tan celebrada
y brillante como es ciertamente, sólo es la punta de la inteligencia humana.
Funcionando a través de la sofisticación neurológica de la corteza cerebral,
como lo hace, es una extensión directa de inteligencia somática. La
inteligencia somática es en y como el cuerpo humano el fruto de 3.500.000.000
de años evolutivos de investigación y desarrollo. Aunque la inteligencia
cognitiva de la mente humana es única y magnífica en su creatividad y poder, su
efectividad se basa realmente en su inestabilidad, en su habilidad de dudar e
imaginar. Sólo a través de la constante reaplicación de imaginación y duda
puede llegar a una certeza efectiva. La inteligencia somática del cuerpo, por
otro lado, aunque limitada en su alcance es mucho más estable y fiable que la
de la mente. Está recogiendo, procesando y respondiendo constante y casi siempre
exactamente a información química, mecánica y térmica para mantenerte vivo.
Toda esta inteligencia es lo
suficientemente impresionante, pero aún así todavía hay más, mucho más, en
relación a la inteligencia que eres. Está también la presencia inteligente de
consciencia, que es el ámbito profundo tanto de la inteligencia como de la
experiencia humana. Sin la presencia inteligente de consciencia no habría
conciencia, ni experiencia, ni siquiera habría cuerpo ni nadie para saber o
experimentar nada. La inteligencia de consciencia es quizás tan diferente en su
naturaleza y funcionamiento de las inteligencias somática y cognitiva como
éstas lo son entre si, sin estar separada de ellas. En particular, por estar
completamente libre de prejuicios y selección. Mientras cuerpo y mente están
ambos diferenciando y seleccionando continuamente, consciencia está
completamente abierta a todo lo presente.
Aunque hay un poder en la habilidad del
cuerpo y mente de distinguir y seleccionar, hay un poder más profundo en consciencia,
en su habilidad para contener y revelar indiscriminadamente. Este poder se
expresa no sólo en su capacidad de generar cambio espontáneo sino también en la
naturaleza de ese cambio. Mientras la respiración se vuelve más calmada, más
suave, profunda y más eficaz en la luz de conciencia, la conciencia consciente
genera inherentemente un impulso hacia la armonía e integridad. Un modo en la
que lo hace, es permitiendo a lo inútil, irrelevante e innecesario ser
reconocido y cedido. Esto no solo desarma los hábitos ansiosos y neuróticos de
la mente, sino que libera su energía habitualmente constreñida en la presencia
inteligente de consciencia. Esto permite al campo de conciencia consciente
profundizarse, aclararse y estabilizarse.
Dentro del contexto de la respiración,
esto asume implicaciones muy específicas, señaladas directamente por Patanjali
en su presentación de Pranayama. Dejar sencillamente al poder inteligente de
consciencia brillar tan profundamente como sea posible en la presencia de la
respiración, produce una transformación profunda (e incluso liberadora) en la
mente, el cuerpo y la conciencia. Atención profunda a la respiración comienza a
revelar la tendencia habitual e inconsciente de regularla innecesariamente. La
inteligencia de la mente comienza a reconocer no sólo sus imposiciones sutiles
sobre la respiración, sino también la naturaleza innecesaria e inútil de éstas.
Al verse esos impulsos habitualmente inconscientes a la luz de conciencia,
éstos se evaporan y sus tendencias subyacentes (vasana) se debilitan, atrofian
y finalmente se disuelven. Al mismo tiempo la mente se desinteresa y vuelve
incapaz de mantener su habilidad para distinguir entre las características
dualistas de la respiración: inhalación/exhalación, rápida/lenta, suave/tosca,
dentro/fuera, respirador/respiración, sujeto/objeto. Además suceden
espontáneamente pausas (cese, interrupción) entre las dos fases de la
respiración (kevala kumbhaka).
Cualquier intento o intención de regular
la respiración en modo alguno, se vuelve irrelevante y finalmente imposible. La
distinción y la volición respecto al fenómeno somático de respirar se
desvanecen ambas. Mientras la atención es tomada sin esfuerzo hacia los flujos
profundos de consciencia a través de Pratyahara a la mente meditativa.
Finalmente, esta intimidad, que comenzó en Asana con la presencia del cuerpo, y
se extiende a través de Pranayama en Samadhi, genera una intimidad profunda con
nuestra naturaleza sutil como consciencia. Este es un proceso muy simple, pero
profundo y potente, que ha de ser experimentado para entenderse plenamente.
Llega a su fruición con la integración de la inteligencia cognitiva de la mente
en la inteligencia espiritual de consciencia. Esto permite a la mente dejar ir
su necesidad y habilidad de imponerse innecesariamente sobre la inteligencia
del cuerpo, y la vida, mientras permite a la inteligencia de consciencia
expresar su impulso intrínseco hacia la armonía e integridad más libre y
plenamente.
A pesar de que regular la respiración a
ritmos preconcebidos, e imposible de medir con exactitud, pueda resultar
fascinante, hilarante y energizante, ello depende de las habilidades
superficiales e inestables de la mente para refinar y controlar. La
inteligencia de la mente, que es naturalmente inestable y poco fiable, se está
imponiendo sobre la inteligencia del cuerpo, que es naturalmente estable y
fiable. Así, la inteligencia de consciencia, aún más estable y fiable, y su
habilidad para revelar y armonizar, queda oscurecida y obstruida. Este enfoque
manipulativo de Pranayama, por excitante e impresionante que pudiera ser
superficialmente, es un proceso muy limitado, y profundamente limitante, que
hace poco más que reforzar y solidificar el sentido del yo, como el respirador,
el hacedor o el controlador.
Por supuesto, en todo esto estoy
afirmando y justificando mis propios prejuicios y suposiciones. Sin embargo,
pudiera ser que no todos los prejuicios sean iguales, y que algunos de hecho
estén mucho más cerca de la verdad que otros. Para que puedas conocer la
diferencia cuando se trata de Pranayama, puede que necesites volverte tan
íntimo como sea posible no sólo con tu respiración, sino también con las
dinámicas por las que te es posible hacerlo: la relación funcional entre
cognición, percepción, volición y consciencia.
¡Feliz meditar!
* NOTAS DE TRADUCCIÓN.
Consciusness: Consciencia. Awareness: conciencia. Conscious awareness:
conciencia consciente.