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LA RESPIRACIÓN EN LAS ARTES INTERNAS DEL YOGA
Los orientales han siempre dado una importancia cardinal a la respiración, refinando técnicas, métodos y habilidades a niveles de optimización ideal. Hablan de “no respiración” en el sentido de que se debe alcanzar la respiración correcta y luego dejar de pensar en ella.
En las formulaciones antiguas
están escondidas verdades no muy obvias, como que la respiración debe ser
sutil, silenciosa, larga y profunda. En
términos prácticos, ¿qué quieren decir estas palabras? ¿cómo se ponen en práctica
correctamente? La solución acostumbrada
es el consejo de “instruirse bajo la guía de un maestro competente”, pero la
competencia en un campo tan complejo no es tan fácil de averiguar de
antemano.
En la concepción oriental la
respiración es un tema céntrico, y los resultados sorprendentes obtenidos por
quienes alcanzan pericia en su control confirman que la antigua intuición era
correcta. El problema para los practicantes occidentales es un de mentalidad: los occidentales queremos explicaciones
tangibles. Así que, ante la fraseología
oriental para describir el proceso respiratorio correcto podemos fácilmente
llegar a ver la cosa de una sencillez extrema y a no prestarle la atención que
merece. Así pues, si uno no sabe respirar
– lo que es bastante común – seguirá respirando incorrectamente pero de manera
“natural”, o sea, hiperventilando.
Es preciso conjugar las dos
ciencias para descubrir sin ambigüedades qué significan exactamente palabras
aparentemente sencillas tales como “sutil” “profundo”, etc.
Por empezar, en las artes
internas, muchas veces la “verdad” fisiológica de que la inspiración es
activa y la espiración pasiva se invierte: la espiración activa, la
inspiración pasiva y refleja. Esto es un
primer escollo a comprender y superar en esa aparente facilidad en respirar
naturalmente.
Comer por dos o tres personas
lleva al sobrepeso si no a la obesidad.
Análogo discurso vale para la hidratación. Si es perjudicial alimentarse
o beber en exceso, ¿qué pasaría si respiráramos
por 2 o 3 personas? Si pensamos en lo
que dijo el médico mencionado más arriba, cuanto más oxígeno mejor.
Pero hay una contradicción en todo esto:
muchas personas que presentan problemas respiratorios mejoran en alta
montaña, donde hay menos oxígeno, no más.
La verdad es que en occidente la manera correcta de respirar no ha sido
nunca investigada, mientas que en oriente sí, aunque sin fundarse en cánones
científicos matemáticos. Sin embargo, recientemente algunos científicos rusos
liderados por el Dr. Buteycko, se na dedicado a estudiar la función
respiratoria confirmando y traduciendo al idioma científico lo que sostenían
los orientales.
Durante las 24 horas respiramos
aproximadamente 25.000 veces. La función
respiratoira es la más importante, seguida por la hidratación y la
alimentación, pese a que la ciencia haya siempre concentrado su atención al
revés. Lo más importante de esta
actividad es lograr una ópitma respiración celular, no sólo pulmonar. La respiración celular es la que da energía a
todo el organismo. En ella, las células
separan la glucosa, u otro nutriente reducido a glucosa, en anhídrido carbónico
(co2) y agua (H2O). Esta escisión de la
molécula produce energía que se convierte en parte en calor, y en parte es
almacenada como energía ATP.
Las enfermedades de la función
respiratoria han sido descritas en detalle (bronquitis, enfisema, pulmonitis,
pleuritis, cáncer), pero poco se ha dicho del proceso respiratorio excepto en
lo que concierne a su aspecto bioquímico. Los textos médicos se limitan a
observar que una respiración “normal” presenta una frecuencia de 10 a 20
respiraciones por minuto (volumen/minuto), o sea, entre 14 mil y 30 mil veces
al dia. Esta diferencia es tan grande
que no puede dejar indiferentes considerándose “normal”. No puede no tener ningún efecto sobre las
condiciones físicas y los procesos fisiológicos, puesto que sería como decir
que comer 5 o 10 veces al día recae dentro de la misma normalidad.
Existen 3 axiomas intocables
sobre la respiración:
1)
el cuerpo se regula por sí mismo, o sea el ritmo
respiratorio natural es el mejor.
2)
Contra más oxígeno se inhale, mucho mejor. De ahí el énfasis en la respiración profunda.
3)
El anhídrido carbónico que se exhala es un producto de
deshecho que es mejor sacar por ser tóxico.
Pese a estas “verdades” las
investigaciones de Buteyco las rectifican y lo que ha resultado coincide con
las enseñanzas de los antiguos maestros, mostrando cómo el término “profundo”
haya sido ampliamente mal entendido.
*Puede ser que profundo se
refiera a que la respiración está muy profunda dentro del cuerpo, muy en el
interior??? Y no muy profunda como
larga.
En cuanto al axioma 1 la
convicción de que el organismo sepa siempre regular naturalmente la velocidad y
ritmo respiratorio, así como la cantidad de oxígeno inhalado (ventilación
alveolar), es infundada tanto como decir que el cuerpo sabe regularse
instintivamente en el comer y beber. La
respiración, pese a ser una función semi-automática, no se sustrae a las malas
costumbres y las influencia anti-naturales de la vida actual (defectos
posturales de la cabeza). De hecho, en
la respiración de los adultos poco queda de esa “función natural” presente en los niños pequeños.
Las investigaciones han hallado
que entre la alteración de la manera de respirar y muchas enfermedades hay un
nexo estrechísimo que acaba en un círculo vicioso que puede ser roto educando y
cambiando los ritmos respiratorios. Una
buena respiración es capaz de regular también el peso.
Relativamente al axioma 2 (llenarse de oxígeno es lo mejor), está tan
difundido que hace falta valor para ponerlo en duda.
El oxígeno es vital para la vida
de los tejidos a través de la circulación sanguínea. Lo que los estudiosos objetan es que para
ello sea suficiente con llenar los pulmones.
Sería como afirmar que para tener una buena alimentación basta con
llenar al máximo el estómago, cuando lo relevante es la calidad de lo ingerido
y digerido, no la cantidad.
Las sustancias nutritivas llegan
a los tejidos sintetizadas con la sangre.
Lo mismo sucede con la respiración, pero es importante que el oxígeno
pase de la sangre a los tejidos, y para ello no basta con llenar los pulmones
de aire. La clave de esta respiración
celular está en el anhídrido carbónico, esto es, en la justa
cantidad de este gas ha habita nuestro cuerpo.
Que el oxígeno sea asimilado por los tejidos depende de otros factores,
diferentes de la cantidad y concentración de oxígeno inhalado.
Uno de los tópicos más difundidos
es que el anhídrido carbónico (CO2) es sólo un gas de deshecho que no desempeña
casi ninguna función útil en el organismo.
De ahí la preocupación por eliminar lo máximo posible. Pese a eso, su justa concentración juega un
papel crucial para la salud. Los textos
de fisiología hablan del efecto “verigo-Bohr”; el CO2 es indispensable para que
el oxígeno pase de la sangre a los tejidos.
Si dicha concentración falta, se origina la extraña situación en la que
la sangre tiene mucho oxígeno, pero no puede cederlo a los tejidos, que sufren
por dicha falta. Entonces el organismo
aumenta la frecuencia respiratoria para hacer frente al “hambre de aire” pero,
así haciendo, respira más rápidamente y elimina todavía más CO2.
Los investigadores rusos han comprendido e investigado el rol clave del CO2, que ha
probado ser una de las sustancias más importantes en la regulación de los
procesos fisiológicos. Han averiguado
que cuanto más se respira y más anhídrido carbónico se desecha, más el oxígeno
inhalado no logra pasar a los tejidos.
Es la hiperventilación, cuyos
efectos son convulsiones, mareos y desmayos.
Esto ocurre en los estados de pánico o de ansia. Que se controlan
precisamente respirando dentro de una bolsa del mismo anhídrido que expulsamos,
lo que lo repone en círculo y aumenta su concentración.
La falta de anhídrido carbónico
causa graves daños a la salud tales como asma (que es una defensa natural del
organismo contra la excesiva pérdida de CO2) y otras enfermedades
metabólicas. sto no significa que el CO2
se pueda asumir en los entornos de aire viciado, pues en ese aire hay también
otros gases dañinos; significa que hay que aprender a respirar correctamente a
fin de mantener la proporción correcta entre CO2 y oxígeno.
Para comprender la importancia
del anhídrido carbónico piénsese en que la concentración de oxígeno en el aire
puede variar desde un 15% a un 90% sin que apreciemos dificultades en la
respiración. En cambio, el anhídrido
carbónico debe mantenerse constante, ya que una variación incluso mínima puede
acarrear graves consecuencias para el organismo.
Hace cientos de miles de años la
concentración de CO2 en la atmósfera era más alevada. Durante su larga evolución desde criatura
marina, para sobrevivir el ser humano tuvo que adaptarse recreando en su
interior una condiciones parecidas a las que presentaba el ambiente (6,5%
de CO2 con variaciones mínimas), así como sucedió con la sangre, que presenta,
en el interior del organismo, una composición parecida a la del mar.
La concentración de CO2 es la que
protege el feto en el vientre materno.
El hacho de que el feto pase con el nacimiento de una concentración de
6,5% de CO2 a una de 0,03% (la que está presente en el aire que respiramos) es
uno de los traumas del nacimiento.
Así pues la hiperventilación
causa un rápido descenso de las reservas de anhídrido carbónico, lo que causa
una vasoconstricción y una falta de oxígeno en los tejidos. A partir de esta situación, el organismo
activa una serie de respuestas defensivas que normalmente son mal
interpretadas, etiquetadas como enfermedades y combatidas.