jueves, 13 de noviembre de 2014

La ley del karma





La ley del Karma dice que cada acción que emprendes, sea física, verbal o mental, tiene un efecto similar.  En la sabiduría popular nos tropezamos con ella constantemente con la frase:  "lo que siembres recogerás".  La energía que generas con tus acciones no se detiene jamás, se proyecta en la eternidad hasta que produce su efecto, que será similar a la causa que lo ha producido.  Si siembras castañas no obtendrás limones... 

Lo más importante de esta sabiduría es que te hace responsable de tus actos, impidiéndote culpabilizar a otros por lo que te suceda.  El complejo entramado del karma provoca todas  tus desdichas y placeres, pero no por culpa de los demás sino porque vuelve la energía que en un momento habías generado.  Esto no se limita solamente a esta vida sino que se proyecta al infinito.  Es como si lanzases un martillo al aire y te olvidases de él.  En un momento u otro, por la fuerza de la gravedad del martillo tiene que bajar.  Si éste te da en la cabeza, no puedes empezar a culpar a los demás por el simple hecho de que no te acuerdas de que lanzaste el martillo al aire en un momento dado de tu existencia.  Las desgracias que te ocurren, quieras o no, aunque sea duro reconocerlo, (el ego se rebela), tienen su causa en ti mismo, en tu propio contiuno mental.  Por tanto, tu dedo ya no puede señalar a nadie, ya no puedes odiar a nadie, ya no hay nadie para culpar de tu desgracia por muy duro que sea, no puedes utilizar una ley universal como la de causa y efecto para lo que a ti te convenga, sería muy poco honesto por tu parte.

Si lo piensas bien, lo analizas, verás que no puedes mover un átomo de una parte del universo sin que esto repercuta en todo el universo.  El átomo no es más que energía, nuestro pensamiento no es más que energía y nuestra acción proviene del pensamiento, por tanto todo, absolutamente todo lo que hagamos o pensemos va a tener una consecuencia en el universo.  Lo creamos o no es una cuestión de pura lógica, de pura ciencia sutil. Algunos científicos que experimentaron con partículas subatómicas descubrieron que no podían manejar estas partículas sin que su pensamiento influyera en el comportamiento de las mismas.  Algunos de estos científicos proclaman que las propiedades de las partículas nucleares no son más que creaciones de sus propias mentes, que de hecho, las partículas no tienen propiedades independientes de las mentes de quienes las observan.  Esto presupone que, en el mundo de las partículas, la mente que percibe la realidad, de hecho la crea.

Partiendo de esta base podríamos decir que nuestra mente ha creado lo que percibe, ¿no?.  Entonces por la misma regla podemos considerar nuestra mente totalmente interdependiente de lo que ocurre "fuera" de nosotros.  Consecuentemente esto nos lleva de nuevo a la ley de causa y efecto y al hecho de hacernos responsables a nosotros y a nuestra mente de todo lo que nos ocurre, bueno y malo. 

Relacionando todo esto con nuestra actitud egoísta,  piensa que el ego no puede traerte nada bueno ya que todo lo malo que te ocurre: parejas rotas, celos, robos, violencia, enfermedad...  Viene de una actitud egoísta del pasado. Y todo lo bueno que te ocurre viene de abandonar esta actitud. !Que energía más maravillosa puede volvernos del hecho de amar a los demás . Y que energía más negativa puede volvernos de dar rienda suelta a nuestro odio, rabia, o a cualquier otra mente perturbada!

¡Afortunadamente puede existir una salida de este continuo!  

Tienes que reconocer que esta energía viene de tu propio continuo mental. Que fue creada en el pasado quizás con consecuencias dañinas para otros seres.  Ahora tienes la oportunidad de purificarla, de limpiarla, aceptando cualquier sufrimiento como retribución a las acciones negativas que se cometieron en el pasado debido a las perturbaciones mentales generadas por el odio, el apego o la ignorancia.  Aceptarlo de corazón y con agradecimiento hará que cualquier sufrimiento se pueda sentir como aprendizaje y no como pesada carga y que además pierda sus potenciales para volver a repetirse.

Me gusta verlo así:  si en mi vida personal hago daño a alguien, me doy cuenta de ello y me arrepiento,  me hace muy feliz poder reparar o compensar el daño que he causado.   Con el karma pasa lo mismo pero a gran escala.