martes, 25 de octubre de 2022

TODOS VIVIMOS NUESTRA PROPIA ALUCINACIÓN

 



No creas que solo los que están en los manicomios  son los mentalmente perturbados.  Todos, sin excepción, padecemos la enfermedad de las perturbaciones mentales.


El motivo por el que no hay paz en nuestra vida es porque no hay paz en nuestra mente y el motivo por el que no hay paz, claridad o lucidez en nuestra mente es porque está eclipsada por las perturbaciones mentales.

Una perturbación mental se define como una mente, un pensamiento,  que surge debido a una  creencia en algo que no es real, que no es verdad y cuya función es turbar la mente y descontrolarla.  

El apego es una perturbación mental.  Un ejemplo de apego es cuando nos enamoramos y exageramos las cualidades de nuestra pareja.  Estaríamos enganchados a ella las 24 horas del día porque la sentimos como algo excepcional.  Estas cualidades normalmente no son reales y cuando con el tiempo nos damos cuenta, creemos que nuestra pareja ha cambiado, pero en realidad no ha cambiado, sino que nos habíamos enganchado a unas cualidades no existían realmente, las había exagerado la mente.  Entonces sufrimos porque nada es como habíamos creído.  Esto es una perturbación mental. Otro ejemplo de apego y de perturbación mental es pensar que con el último modelo Iphone, voy a ser el más feliz, el más guay.  Poco dura esta sensación.  Al cabo de un tiempo, posiblemente poco, esta sensación de falsa felicidad se transforma de nuevo en la misma necesidad insaciable de sentirnos en paz que teníamos antes de comprarlo, y que nunca va a llegar, porque estamos  fundamentado nuestra felicidad en una creencia falsa: ¡ con el último modelo de Iphone voy a ser más feliz!  Nos pasamos la vida haciendo esto con todo y por esto nunca llegamos a disfrutar de verdadera paz. ¿Puedes empezar a darte cuenta que la paz no está a fuera de la mente?

Mi maestro Geshe Kelsang Gyatso en su libro “Comprensión de la mente” dice:

“Si no tuviéramos perturbaciones mentales, sólo experimentaríamos paz y satisfacción.  Cuando nuestras perturbaciones mentales, como el odio, los celos o el apego, permanecen adormecidas, la mente se mantiene relativamente apacible y satisfecha, pero en cuanto se manifiestan con fuerza, se trastorna, como cuando una repentina tormenta rompe la serenidad del mar.  Aunque disfrutemos de buena salud física, cuando las perturbaciones mentales se manifiestan, nuestra mente se siente incómoda.

Podemos observar la mente de cerca a lo largo de un día para comprobar que tipo de mentes generamos más a menudo: perturbaciones mentales, mentes neutras o apacibles.  Si no nos adiestramos en el Dharma (las enseñanzas que impartió Buda sobre la mente y la meditación), es muy posible que las mentes neutras o alteradas excedan en número a las apacibles.  Debemos aumentar la duración de las mentes apacibles hasta mantenerlas durante todo el día.  Cuando lo hayamos conseguido podemos intentar de hacerlo durante dos días y seguir practicando de este modo hasta lograr disfrutar de tranquilidad en todo momento.  Finalmente alcanzaremos la paz permanente de la liberación y, como no tendremos perturbaciones mentales, nada podrá trastornarnos.

La única manera de alcanzar la paz permanente de la liberación es cultivando y aumentando las mentes apacibles.  ¿Por qué nos resulta tan difícil mantener una mente tranquila?  Porque padecemos perturbaciones mentales.  Los problemas externos no pueden alterar nuestra mente, a no ser que al experimentarlos generemos perturbaciones mentales.  Si reaccionásemos correctamente, ni siquiera nuestros enemigos conseguirían turbar nuestra tranquilidad”.