La versión clásica de los yamas
que se nos ha dado a conocer es que son una especie de mandamientos morales que
apuntan a la destrucción de la naturaleza inferior. Podríamos decir que los yamas tienen que ver
con las actitudes que pueden surgir al relacionarnos con los demás pero también con nosotros mismos. En este sentido, ahimsa se traduce como no violencia, satya como
veracidad u honestidad, asteya como no robar, bramacharya como moderación y aparigraha como
no codiciar o acaparar.
No cabe duda de que estas actitudes es necesario que estén presentes
en nuestras relaciones para que el mundo que habitamos sea más
armónico. Sin embargo, como ciencia espiritual
no deja de ser un mensaje muy simplista,
similar a los que presentan todas las
religiones.
Como seres energéticos que somos,
constituidos por más cuerpos sutiles que materiales, necesitamos de energía
cada vez más refinada para alimentarlos y ayudarlos a que se vuelvan operativos. A medida que esto sucede, la conciencia que
los habita se vuelve lúcida y deja de identificarse únicamente con la pequeñez
del cuerpo físico para hacerlo con todas las capas del ser y finalmente con la fuente misma.
En este sentido, las actitudes
contrarias a las que apuntan los yamas, tales como la violencia, el ser deshonesto, el robar, la falta de
moderación o la codicia, destruyen nuestra energía y la drenan. Sin esta
preciosa energía nuestros cuerpos
sutiles permanecen secos y con poca operatividad. Consecuentemente nos va a ser
muy difícil avanzar y entender los aspectos
cada vez más sutiles de la conciencia.
Ahora puedes entender mejor por
qué todos los caminos espirituales empiezan por recomendar maneras de comportarnos y actitudes que
apuntan a mejorar nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. Sin
actitudes equilibradas es imposible comprender las etapas superiores y
evolucionar, simplemente, porque no vamos a tener el alimento-energía que se
necesita para hacerlo.
Desafortunadamente, el enfoque de
los caminos espirituales tradicionales es casi siempre conseguir las cosas a través de represión y
el miedo en lugar de por medio de la comprensión. Por
este motivo, casi nunca tienen éxito en
su cumplimento excepto por el miedo. Sin embargo, el miedo es otra actitud que
drena nuestra energía, por lo que no es viable avanzar por este camino. Solamente comprendiendo la relación entre el
control emocional y la carga de energía, empezaremos a gestionar adecuadamente nuestras emociones.
Sol 6/2021
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