Quizá no lo sabía, pero la zanahoria naranja y de forma alargada que rallamos, incluimos en nuestras sopas y guisos y damos a nuestros bebés en puré, ¡no apareció hasta después de la invención de la máquina de vapor!
Pues sí; lo
cierto es que, al menos en la forma en que nosotros la conocemos, sólo se
popularizó después de 1830.
Antes de eso
la palabra zanahoria ya existía, pero era un término genérico que designaba
todo tipo de raíces de plantas pertenecientes a la familia de las umbelíferas
(hoy también conocidas como apiales), entre ellas la reina de los prados, el
tóxico perejil gigante, el hinojo o el apio.
Seguro que
usted ha visto en más de una ocasión alguna de estas plantas que crecen en los
campos dando forma a lo que parece una sombrilla. Precisamente, su nombre
latino proviene de la palabra “umbra”, que significaba sombra y que todavía
está presente en el actual “umbrella” inglés (en español, paraguas).
Si probase a
arrancar alguna (por favor, ¡que no sea el perejil gigante, altamente tóxico!)
vería que su raíz recuerda vagamente a la forma de una zanahoria. Sin embargo,
es muy pequeña y de color blanco o amarillento. Esas raíces eran muy utilizadas
por los griegos por sus virtudes medicinales, aunque por supuesto no las usaban
para preparar guarniciones de ningún tipo.
De hecho,
tienen escaso sabor y su núcleo es leñoso (casi como madera). Por lo tanto, no
parece nada con lo que disfrutar llevándose a la boca, salvo que se comiesen en
períodos de hambruna, cuando no quedaba otra.
Entonces, ¿de dónde salió la
zanahoria naranja?
A fuerza de
seleccionar, los agricultores lograron diferenciar dos tipos de zanahorias: las
blancas y las violetas, estas últimas especialmente extendidas por Europa
durante la Edad Media.
Estas
zanahorias violetas eran ricas en antocianina, un pigmento antioxidante que hoy
podemos encontrar especialmente en los arándanos.
La verdad es
que no se sabe cómo aparecieron, en torno al S.XVII, las zanahorias de color
naranja, llenas de carotenoides. Pero lo que sí se sabe es que existían, porque
pueden verse en algunos bodegones flamencos de la época.
Sin embargo,
de acuerdo con el especialista Bernard Bertrand, no fue hasta 1830 cuando los
criadores fueron capaces de obtener las zanahorias de color naranja y de forma
cónica, tal y como las conocemos hoy en día. (2)
¿Por qué los salmones son
anaranjados?
Los
carotenoides son pigmentos de color naranja que toman su nombre de la
zanahoria.
Sin embargo, también se encuentran en otras plantas, y en particular en el plancton marino del que se nutren los crustáceos. Al comer el plancton, los niveles de carotenoides aumentan también en estos últimos, pero no manifiestan su color anaranjado porque permanecen ligados a otras sustancias mientras los crustáceos están vivos. Sin embargo, el color sí se revela cuando los cocinamos (camarones, langostas…).
Un paso más
allá en la cadena trófica (y por tanto en la acumulación de sustancias), los
salmones son una de las especies de peces que más crustáceos consume. Esa es la
razón de que su carne tenga un color anaranjado tan vivo; está cargada de los
carotenoides que se encontraban en los crustáceos que a su vez se habían
alimentado de plancton, que ya de por sí es muy rico en ellos.
Con nosotros
sucede exactamente lo mismo: podríamos terminar de color naranja si comiésemos
demasiadas zanahorias. Pero ¡ojo! Aunque para los salmones esa “sobredosis” no
resulte tóxica, para nosotros sí lo es.
Recoja zanahorias silvestres
He dicho más arriba que la zanahoria
silvestre no tiene un sabor demasiado bueno, pero lo cierto es que hay una
excepción.
Si usted tiene el cuidado de
recogerlas en otoño, antes de que la planta suelte sus semillas, podrá
disfrutar de una raíz tierna y dulce al mismo tiempo.
Bernard Bertrand asegura que algunas “tienen
sabor a regaliz y son aún más dulces que las zanahorias cultivadas”.
La zanahoria silvestre es una planta
de entre 40 y 80 cm de alto. Sus hojas están finamente recortadas y posee
numerosas florecillas blancas que nacen en umbelas, a veces con una flor roja o
negra en el centro. El tallo, por su parte, es grande, hueco y peludo.
Esta planta puede encontrarse en
medio de los prados secos o del césped, al borde de los caminos y carreteras o
en terraplenes. Se trata de una planta “pionera", capaz de colonizar áreas
todavía desprovistas de vegetación.
Debe prestar especial atención para
no confundirla con la cicuta, la planta tóxica con la que Sócrates se envenenó.
La ingesta de cicuta provoca, en la hora siguiente, trastornos digestivos
(especialmente cuando lo que se consume es la raíz), mareos, dolor de cabeza,
parestesia (sensación anormal, de cosquilleo, calor o frío, derivada de
problemas en el sistema nervioso o circulatorio), disminución de la fuerza
muscular y, finalmente, la parálisis.
Pero en realidad no es tan fácil confundir la
cicuta y la zanahoria silvestre: el truco está en su olor, que es completamente
diferente. La planta de la zanahoria desprende un olor indiscutible cuando se
corta, se aplasta o se restriega, mientras que el olor de las hojas trituradas
de cicuta es pestilente (se dice que es semejante al de orina de rata pero,
¡¿quién conoce ese olor como para compararlo?!).
Además, las hojas de la zanahoria no miden más de 10 cm, y las de la cicuta son notablemente más grandes (hasta 40 cm).
Además, las hojas de la zanahoria no miden más de 10 cm, y las de la cicuta son notablemente más grandes (hasta 40 cm).
Una hortaliza rica en nutrientes que
curaba las aftas
Beber una
decocción de hojas de zanahoria (un puñado por cada dos vasos de agua) es un
remedio tradicional para curar las aftas (pequeñas úlceras o llagas que
aparecen generalmente en la mucosa bucal).
Las zanahorias son muy ricas en betacaroteno (provitamina A). Sólo con 25 g diarios se cubre más de la mitad de las necesidades diarias de esta vitamina. Por otro lado, su contenido en vitamina C es medio, con 7 mg cada 100 g. Y además contiene todas las vitaminas del grupo B a excepción de la B12 (presente únicamente en productos de origen animal).
Las zanahorias son muy ricas en betacaroteno (provitamina A). Sólo con 25 g diarios se cubre más de la mitad de las necesidades diarias de esta vitamina. Por otro lado, su contenido en vitamina C es medio, con 7 mg cada 100 g. Y además contiene todas las vitaminas del grupo B a excepción de la B12 (presente únicamente en productos de origen animal).
Los
minerales que aporta también son numerosos, en particular calcio, magnesio,
potasio y hierro. Y, asimismo, es importante su contenido en fibras
alimentarias, que se reparte casi a partes iguales entre fibras hidrosolubles
(1.742 mg cada 100 g) y no hidrosolubles (1.889 mg cada 100 g).
¿Hortaliza o fruta?
De acuerdo con los textos
reglamentarios de la Unión Europea, la zanahoria está clasificada como una
hortaliza. No obstante, debido a un reglamento que precisa que sólo las frutas
pueden servir de base para la confección de mermeladas, a la zanahoria se le ha
dado el estatuto de fruta y no de hortaliza para esta utilización. De ese modo
se protege la mermelada de zanahoria, una especialidad local portuguesa.
Luis Miguel Oliveiras
Luis Miguel Oliveiras
Revista digital Tener Salud
PD. Advertencia importante a la hora de cosechar o manipular plantas umbelíferas:
Las orugas que viven en las plantas
de la zanahoria y otras umbelíferas concentran en su cuerpo moléculas
fotosensibilizantes, es decir, que generan reacciones adversas al contacto con
la luz.
Estas moléculas no afectan a las orugas, pero sí a los pájaros que las comen, que terminan sufriendo una extrema sensibilidad a la luz que les provoca horribles quemaduras solares.
Estas moléculas no afectan a las orugas, pero sí a los pájaros que las comen, que terminan sufriendo una extrema sensibilidad a la luz que les provoca horribles quemaduras solares.
El perejil gigante (Heracleum
mantegazzianum), del que ya hemos dicho que es una planta umbelífera
altamente tóxica, llegó hace no demasiado tiempo a nuestro país, pero está
considerada una especie invasora.
Su savia contiene un fluido acuoso e incoloro que no produce dolor al entrar en contacto con la piel, pero resulta extremadamente peligroso si contiene las moléculas fotosensibilizantes de las que hablamos. Provoca graves quemaduras y dolorosas ampollas una vez la piel se expone a la luz, e incluso a veces deja cicatrices.
Su savia contiene un fluido acuoso e incoloro que no produce dolor al entrar en contacto con la piel, pero resulta extremadamente peligroso si contiene las moléculas fotosensibilizantes de las que hablamos. Provoca graves quemaduras y dolorosas ampollas una vez la piel se expone a la luz, e incluso a veces deja cicatrices.
Además, se trata de una planta común
en los jardines porque es muy decorativa. Cada año se producen cientos de
accidentes de este tipo. ¡Tome sus precauciones y evite tocar el perejil
gigante sin guantes o alguna otra protección!
En caso de contacto con la piel,
debe eliminar la savia lo antes posible, teniendo cuidado de no extenderla y
ampliar con ello la zona afectada. Para ello, reitre la savia de la piel con
una toalla de papel y sin frotar. Luego lave la zona con jabón y enjuáguela con
agua. Evite exponer el área afectada a la luz durante al menos 48 horas y acuda
al médico lo antes posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias! Tu opinión es muy valiosa :)