domingo, 24 de marzo de 2013

Yoga, respiración y asma - 3






.......continuación

LA RESPIRACIÓN EN LAS ARTES INTERNAS DEL YOGA

Los orientales han siempre dado una importancia cardinal a la respiración, refinando técnicas, métodos y habilidades a niveles de optimización ideal.  Hablan de “no respiración” en el sentido de que se debe alcanzar la respiración correcta y luego dejar de pensar en ella. 
 
En las formulaciones antiguas están escondidas verdades no muy obvias, como que la respiración debe ser sutil, silenciosa, larga y profunda.  En términos prácticos, ¿qué quieren decir estas palabras?  ¿cómo se ponen en práctica correctamente?  La solución acostumbrada es el consejo de “instruirse bajo la guía de un maestro competente”, pero la competencia en un campo tan complejo no es tan fácil de averiguar de antemano. 
 
En la concepción oriental la respiración es un tema céntrico, y los resultados sorprendentes obtenidos por quienes alcanzan pericia en su control confirman que la antigua intuición era correcta. El problema para los practicantes occidentales es un de mentalidad:  los occidentales queremos explicaciones tangibles.  Así que, ante la fraseología oriental para describir el proceso respiratorio correcto podemos fácilmente llegar a ver la cosa de una sencillez extrema y a no prestarle la atención que merece.  Así pues, si uno no sabe respirar – lo que es bastante común – seguirá respirando incorrectamente pero de manera “natural”, o sea, hiperventilando. 
 
Es preciso conjugar las dos ciencias para descubrir sin ambigüedades qué significan exactamente palabras aparentemente sencillas tales como “sutil” “profundo”, etc.
 
Por empezar, en las artes internas, muchas veces la “verdad” fisiológica de que la inspiración es activa y la espiración pasiva se invierte: la espiración activa, la inspiración pasiva y refleja.  Esto es un primer escollo a comprender y superar en esa aparente facilidad en respirar naturalmente. 
 
Comer por dos o tres personas lleva al sobrepeso si no a la obesidad.  Análogo discurso vale para la hidratación. Si es perjudicial alimentarse o beber en exceso,  ¿qué pasaría si respiráramos por 2 o 3 personas?  Si pensamos en lo que dijo el médico mencionado más arriba, cuanto más oxígeno  mejor.  Pero hay una contradicción en todo esto:  muchas personas que presentan problemas respiratorios mejoran en alta montaña, donde hay menos oxígeno, no más.  La verdad es que en occidente la manera correcta de respirar no ha sido nunca investigada, mientas que en oriente sí, aunque sin fundarse en cánones científicos matemáticos. Sin embargo, recientemente algunos científicos rusos liderados por el Dr. Buteycko, se na dedicado a estudiar la función respiratoria confirmando y traduciendo al idioma científico lo que sostenían los orientales. 
 
Durante las 24 horas respiramos aproximadamente 25.000 veces.  La función respiratoira es la más importante, seguida por la hidratación y la alimentación, pese a que la ciencia haya siempre concentrado su atención al revés.  Lo más importante de esta actividad es lograr una ópitma respiración celular, no sólo pulmonar.  La respiración celular es la que da energía a todo el organismo.  En ella, las células separan la glucosa, u otro nutriente reducido a glucosa, en anhídrido carbónico (co2) y agua (H2O).  Esta escisión de la molécula produce energía que se convierte en parte en calor, y en parte es almacenada como energía ATP.
 
Las enfermedades de la función respiratoria han sido descritas en detalle (bronquitis, enfisema, pulmonitis, pleuritis, cáncer), pero poco se ha dicho del proceso respiratorio excepto en lo que concierne a su aspecto bioquímico. Los textos médicos se limitan a observar que una respiración “normal” presenta una frecuencia de 10 a 20 respiraciones por minuto (volumen/minuto), o sea, entre 14 mil y 30 mil veces al dia.  Esta diferencia es tan grande que no puede dejar indiferentes considerándose “normal”.  No puede no tener ningún efecto sobre las condiciones físicas y los procesos fisiológicos, puesto que sería como decir que comer 5 o 10 veces al día recae dentro de la misma normalidad. 
 
Existen 3 axiomas intocables sobre la respiración: 

1)      el cuerpo se regula por sí mismo, o sea el ritmo respiratorio natural es el mejor.

2)      Contra más oxígeno se inhale, mucho mejor.  De ahí el énfasis en la respiración profunda.

3)      El anhídrido carbónico que se exhala es un producto de deshecho que es mejor sacar por ser tóxico.

Pese a estas “verdades” las investigaciones de Buteyco las rectifican y lo que ha resultado coincide con las enseñanzas de los antiguos maestros, mostrando cómo el término “profundo” haya sido ampliamente mal entendido.  
 
*Puede ser que profundo se refiera a que la respiración está muy profunda dentro del cuerpo, muy en el interior???  Y no muy profunda como larga. 
 
En cuanto al axioma 1 la convicción de que el organismo sepa siempre regular naturalmente la velocidad y ritmo respiratorio, así como la cantidad de oxígeno inhalado (ventilación alveolar), es infundada tanto como decir que el cuerpo sabe regularse instintivamente en el comer y beber.  La respiración, pese a ser una función semi-automática, no se sustrae a las malas costumbres y las influencia anti-naturales de la vida actual (defectos posturales de la cabeza).  De hecho, en la respiración de los adultos poco queda de esa “función natural”  presente en los niños pequeños.
 
Las investigaciones han hallado que entre la alteración de la manera de respirar y muchas enfermedades hay un nexo estrechísimo que acaba en un círculo vicioso que puede ser roto educando y cambiando los ritmos respiratorios.  Una buena respiración es capaz de regular también el peso. 
 
Relativamente al axioma 2 (llenarse de oxígeno es lo mejor), está tan difundido que hace falta valor para ponerlo en duda. 
 
El oxígeno es vital para la vida de los tejidos a través de la circulación sanguínea.  Lo que los estudiosos objetan es que para ello sea suficiente con llenar los pulmones.  Sería como afirmar que para tener una buena alimentación basta con llenar al máximo el estómago, cuando lo relevante es la calidad de lo ingerido y digerido, no la cantidad. 
 
Las sustancias nutritivas llegan a los tejidos sintetizadas con la sangre.  Lo mismo sucede con la respiración, pero es importante que el oxígeno pase de la sangre a los tejidos, y para ello no basta con llenar los pulmones de aire.  La clave de esta respiración celular está en el anhídrido carbónico, esto es, en la justa cantidad de este gas ha habita nuestro cuerpo.  Que el oxígeno sea asimilado por los tejidos depende de otros factores, diferentes de la cantidad y concentración de oxígeno inhalado. 
 
Uno de los tópicos más difundidos es que el anhídrido carbónico (CO2) es sólo un gas de deshecho que no desempeña casi ninguna función útil en el organismo.  De ahí la preocupación por eliminar lo máximo posible.  Pese a eso, su justa concentración juega un papel crucial para la salud.  Los textos de fisiología hablan del efecto “verigo-Bohr”; el CO2 es indispensable para que el oxígeno pase de la sangre a los tejidos.  Si dicha concentración falta, se origina la extraña situación en la que la sangre tiene mucho oxígeno, pero no puede cederlo a los tejidos, que sufren por dicha falta.  Entonces el organismo aumenta la frecuencia respiratoria para hacer frente al “hambre de aire” pero, así haciendo, respira más rápidamente y elimina todavía más CO2.
 
Los investigadores rusos  han comprendido  e investigado el rol clave del CO2, que ha probado ser una de las sustancias más importantes en la regulación de los procesos fisiológicos.  Han averiguado que cuanto más se respira y más anhídrido carbónico se desecha, más el oxígeno inhalado no logra pasar a los tejidos.  Es la hiperventilación,  cuyos efectos son convulsiones, mareos y desmayos.  Esto ocurre en los estados de pánico o de ansia. Que se controlan precisamente respirando dentro de una bolsa del mismo anhídrido que expulsamos, lo que lo repone en círculo y aumenta su concentración.
 
La falta de anhídrido carbónico causa graves daños a la salud tales como asma (que es una defensa natural del organismo contra la excesiva pérdida de CO2) y otras enfermedades metabólicas.  sto no significa que el CO2 se pueda asumir en los entornos de aire viciado, pues en ese aire hay también otros gases dañinos; significa que hay que aprender a respirar correctamente a fin de mantener la proporción correcta entre CO2 y oxígeno. 
 
Para comprender la importancia del anhídrido carbónico piénsese en que la concentración de oxígeno en el aire puede variar desde un 15% a un 90% sin que apreciemos dificultades en la respiración.  En cambio, el anhídrido carbónico debe mantenerse constante, ya que una variación incluso mínima puede acarrear graves consecuencias para el organismo.
 
Hace cientos de miles de años la concentración de CO2 en la atmósfera era más alevada.  Durante su larga evolución desde criatura marina, para sobrevivir el ser humano tuvo que adaptarse recreando en su interior una condiciones parecidas a las que presentaba el ambiente (6,5% de CO2 con variaciones mínimas), así como sucedió con la sangre, que presenta, en el interior del organismo, una composición parecida a la del mar. 
 
La concentración de CO2 es la que protege el feto en el vientre materno.  El hacho de que el feto pase con el nacimiento de una concentración de 6,5% de CO2 a una de 0,03% (la que está presente en el aire que respiramos) es uno de los traumas del nacimiento. 
 
Así pues la hiperventilación causa un rápido descenso de las reservas de anhídrido carbónico, lo que causa una vasoconstricción y una falta de oxígeno en los tejidos.  A partir de esta situación, el organismo activa una serie de respuestas defensivas que normalmente son mal interpretadas, etiquetadas como enfermedades y combatidas.

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